- Time of past OR future Camino
- CF 2006, CP 2013, Salvador2017,
Inglés 2019
I might not have the correct camino, someone will soon spot it!
From the Hospitaleros Voluntarios newsletter.
Please note, it is from the archive.
Una Colaboración
Hospitalidad en familia: Arrés agosto del 2000
Hola. Somos Miguel Ángel, Irene y María José una familia peregrina y hospitalera. Fuimos hospitaleros en Arrés cuando no había albergue...si, si, la casa se estaba rehabilitando y la acogida se hacía en tiendas de campaña. Todos los hospitaleros que pasamos por Arrés antes de que se inaugurase la casa fuimos, además, albañiles. Aquellos quince días en Arrés fueron únicos porque la convivencia con los peregrinos era total. No había otro lugar al que ir porque Arrés tenía 8 habitantes fijos, así que, los peregrinos formaban parte del pueblo. El albergue eran tiendas de campaña y el comedor y la cocina estaban en un pequeño local, cedido por el pueblo, a medio rehabilitar pero que entre todos hicimos muy acogedor. Allí preparábamos mi marido y yo (con ayuda de nuestra hija Irene que tenía 13 años) la comida, la cena y el desayuno para nuestros peregrinos. La ducha, de agua fría, era un módulo de esos que ponen en las obras y para lavar la ropa...en la fuente que estaba en la puerta. Al atardecer
subíamos con los peregrinos a la peña (la parte alta del pueblo) y disfrutábamos de unas puestas de sol inolvidables. También disponíamos de la pequeña Iglesia del pueblo para la oración común. Una noche de tormenta, el viento tiró alguna tienda de campaña y realojamos a los peregrinos en la iglesia para dormir. Por la mañana preparábamos el desayuno y alguno le daba pereza marcharse, siempre se alargaba la despedida. Luego limpiábamos y hacíamos la compra en Jaca si nos faltaba algo. Y a preparar la comida porque, al ser verano, los peregrinos madrugaban mucho y llegaban a Arrés a la hora
de comer.
Teníamos la suerte de disfrutar de los productos de la huerta y de los huevos de las gallinas que nos regalaba la familia de Joaquín (alcalde pedáneo de Arrés) y de la compañía de sus pequeñas hijas Clara y Pilar. Mientras, hacíamos lo que podíamos en la reforma de la casa...picar paredes, cortar maderos para el techo. Y pintábamos
flechas amarillas para que no se perdieran los peregrinos.
Pocos se esperaban lo que allí encontraban, pero ninguno se quejó. No había agua caliente, ni teléfono, casi ni luz (una bombilla), ni tiendas, ni bares, ni colchonetas, ni wifi, ni internet...pero se creaba un nexo de unión entre los que allí estábamos que era suficiente para estar a gusto y que esos momentos fueran inolvidables para todos (peregrinos y hospitaleros). Todo era muy sencillo: la acogida, la comida, las tiendas de campaña...pero el entorno era de lujo...una preciosa vista del Pirineo era lo primero que
veían los peregrinos al despertarse.
Tuvimos las visitas de otros hospitaleros que venían a colaborar en las obras del albergue, así que también fuimos hospitaleros de hospitaleros. ¡¡¡Ahí sí que se dio alguna situación “tensa” porque tanto hospitalero junto...muchos a mandar!!! Jaja. También tuvimos visitas de amigos y familia. Somos de Zaragoza, así que estábamos “casi” en casa y nos gustó mucho que nuestra familia participase de nuestra experiencia. Y qué contar de los peregrinos de esos días...Arrés todavía no era muy conocido, no todo el mundo sabía que dábamos acogida. Aun así, hubo días que tuvimos hasta 16 personas a la mesa, de distintas nacionalidades. Todos se llevaron Arrés en su corazón. Creo que los que estaban la noche de la tormenta que se llevó las tiendas, también se
acordarán.
Para nosotros fueron quince días que formarán parte de nuestra vida para siempre.
Terminamos muy cansados pero felices. Recibimos mucho más de lo que dimos.
Familia Figuer-Enciso
Texto publicado en “Hospedando” en 2015
Also, some may be very interested in this:
Curso de Español para hospitaleros extranjeros
Por iniciativa de Ainoa Polo Sánchez, hospitalera veterana y profesora de idiomas, se iniciará un curso online de español (de diciembre de 2024 a marzo de 2025, cuatro meses), para los hospitaleros que estén interesados en mejorar su aprendizaje en la lengua de Cervantes, antes de iniciar su turno de hospitalidad en el Camino.
Se formarán dos grupos, uno para los que empiezan de cero total y otro para los que ya tienen algún conocimiento.
Desde esta coordinación iremos pasando las direcciones electrónicas de los posibles participantes, para que se pongan en contacto con Ainoa y acuerden si procede a la realización de dicha formación.
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Una Colaboración
Hospitalidad en familia: Arrés agosto del 2000
Hola. Somos Miguel Ángel, Irene y María José una familia peregrina y hospitalera. Fuimos hospitaleros en Arrés cuando no había albergue...si, si, la casa se estaba rehabilitando y la acogida se hacía en tiendas de campaña. Todos los hospitaleros que pasamos por Arrés antes de que se inaugurase la casa fuimos, además, albañiles. Aquellos quince días en Arrés fueron únicos porque la convivencia con los peregrinos era total. No había otro lugar al que ir porque Arrés tenía 8 habitantes fijos, así que, los peregrinos formaban parte del pueblo. El albergue eran tiendas de campaña y el comedor y la cocina estaban en un pequeño local, cedido por el pueblo, a medio rehabilitar pero que entre todos hicimos muy acogedor. Allí preparábamos mi marido y yo (con ayuda de nuestra hija Irene que tenía 13 años) la comida, la cena y el desayuno para nuestros peregrinos. La ducha, de agua fría, era un módulo de esos que ponen en las obras y para lavar la ropa...en la fuente que estaba en la puerta. Al atardecer
subíamos con los peregrinos a la peña (la parte alta del pueblo) y disfrutábamos de unas puestas de sol inolvidables. También disponíamos de la pequeña Iglesia del pueblo para la oración común. Una noche de tormenta, el viento tiró alguna tienda de campaña y realojamos a los peregrinos en la iglesia para dormir. Por la mañana preparábamos el desayuno y alguno le daba pereza marcharse, siempre se alargaba la despedida. Luego limpiábamos y hacíamos la compra en Jaca si nos faltaba algo. Y a preparar la comida porque, al ser verano, los peregrinos madrugaban mucho y llegaban a Arrés a la hora
de comer.
Teníamos la suerte de disfrutar de los productos de la huerta y de los huevos de las gallinas que nos regalaba la familia de Joaquín (alcalde pedáneo de Arrés) y de la compañía de sus pequeñas hijas Clara y Pilar. Mientras, hacíamos lo que podíamos en la reforma de la casa...picar paredes, cortar maderos para el techo. Y pintábamos
flechas amarillas para que no se perdieran los peregrinos.
Pocos se esperaban lo que allí encontraban, pero ninguno se quejó. No había agua caliente, ni teléfono, casi ni luz (una bombilla), ni tiendas, ni bares, ni colchonetas, ni wifi, ni internet...pero se creaba un nexo de unión entre los que allí estábamos que era suficiente para estar a gusto y que esos momentos fueran inolvidables para todos (peregrinos y hospitaleros). Todo era muy sencillo: la acogida, la comida, las tiendas de campaña...pero el entorno era de lujo...una preciosa vista del Pirineo era lo primero que
veían los peregrinos al despertarse.
Tuvimos las visitas de otros hospitaleros que venían a colaborar en las obras del albergue, así que también fuimos hospitaleros de hospitaleros. ¡¡¡Ahí sí que se dio alguna situación “tensa” porque tanto hospitalero junto...muchos a mandar!!! Jaja. También tuvimos visitas de amigos y familia. Somos de Zaragoza, así que estábamos “casi” en casa y nos gustó mucho que nuestra familia participase de nuestra experiencia. Y qué contar de los peregrinos de esos días...Arrés todavía no era muy conocido, no todo el mundo sabía que dábamos acogida. Aun así, hubo días que tuvimos hasta 16 personas a la mesa, de distintas nacionalidades. Todos se llevaron Arrés en su corazón. Creo que los que estaban la noche de la tormenta que se llevó las tiendas, también se
acordarán.
Para nosotros fueron quince días que formarán parte de nuestra vida para siempre.
Terminamos muy cansados pero felices. Recibimos mucho más de lo que dimos.
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